miércoles, 29 de julio de 2009

Del saber y otras desgracias

Naram-Sin tenia nueve años y trabajaba como limpiabotas en la ciudad de Agadé. Cada mañana se sentaba frente a una vieja librería y limpiaba los zapatos de los transeúntes por medio kiam.Al anochecer recogía sus apeos y se dirigía a la pequeña tetería de la esquina donde se relajaba y oía las historias de la ciudad.
Una mañana cuando llego a su lugar de trabajo encontró un gran revuelo junto a la librería, se acerco a ver que ocurría y vio un enorme cartel, con unos fieros piratas dibujados en él y el escaparate de la librería lleno de libros con el mismo dibujo en la portada, pero a Naram-Sin le llamó mas la atención un grueso volumen encuadernado en piel que había quedado casi sepultado por las novelas de piratas, en el lomo se podía leer el titulo."Del saber y otras desgracias". Al pobre Naram-Sin le pareció un titulo muy ingenioso y pensó que estaría lleno de sabiduría, así pues entro para comprarlo. Se lo pidió al dependiente que se mofo de él al verlo y le dijo que aquel libro era muy antiguo, que costaba diez mil kiams y que nunca podría pagarlo. Naram-Sin entristecido le pregunto al dependiente si realmente valía lo que costaba, este contestó con indiferencia que nunca lo había leído y siguió con sus quehaceres.
Naram-Sin decidió entonces que aquel libro seria suyo y desde ese día dejo de ir a la casa de té y empezó a ahorrar para el libro. Cada día cuando terminaba su jornada guardaba lo que había ganado en una cajita azul y se dormía imaginando los increibles conocimientos que contendría el libro.
Ochenta años tardó en reunir el dinero ya que los limpiabotas habían caído en desuso con el tiempo. Así un día el anciano Naram-Sin entro en la librería, que ahora tenia unas enormes cristaleras y una puerta de célula fotoeléctrica, con su caja azul con los diez mil kiams, se acercó al mostrador pidió el libro al joven que atendía y espero mientras este consultaba el ordenador. Al cabo de unos segundos el dependiente le dijo:
- Lo siento señor pero ese libro esta descatalogado.
Naram-Sin salió de la tienda, arrojó la caja azul al suelo y caminó en silencio hacia su casa.

domingo, 19 de julio de 2009

Cuanto valen mil palabras?

El mutismo de tus dulces evasivas ante mis arrebatos de inexorable pasión y fuerza me regenera del incesante cacareo que soporto por un poco de piel y un cierto sentido de la estética, recordándome que romper un silencio así no tiene perdón.

Nadie te obligó,bastardo.

Reprimir las urgencias propias de un silencio contenido en la vergüenza y el tedio, que desembocan en una explosión de frustraciones retorcidas. La habitual forma de desahogo abrupto, propia de un animal que traiciona la mas mínima opción de racionalilidad ,en una cruzada impía tratando de dar sentido al mas crudo de los ridículos. La infame búsqueda del yo en el centro de una vorágine de rasgos impuestos por el marco de relaciones que se tornan infecciosas. El devenir encendido de narcóticos que facilita el luego y evita la contrariedad de enfrentar lo incomodo del presente. La habitual cobardía que se convierte en jaula de todos aquellos que no se pliegan al quórum de iniquidad y repetición. El odio a los que sobrevuelan el lodo que tanto trabajo cuesta crear. Mataté!