Hubo una vez, un cuervo con un ala rota, que volaba sobre el mar y encontró sobre una roca un águila cansada, desplumada y con el pico roto.
El cuervo le dijo:
- No puedo volar
Y el águila con una sonrisa triste le dijo:
- Olvida tu ala rota y volaras mas alto de lo que yo lo hice nunca.
El cuervo dudó por un segundo y después comenzó a volar, alto , muy alto, hasta que oyó el canto de una sirena y descendió hasta el mar.
La sirena le sonrió y el oyó su canto embelesado. Hasta que la sirena volvió a zambullirse y el cuervo mirando su estela, se sintió solo, y vagó por el mar buscando a su sirena.
Pero una noche de tormenta, mientras esquivaba la lluvia que amenazaba con arrojarlo al mar,vio a lo lejos una bandera con una calavera y se acercó.
A pesar de que sus hombres la advertían de que era un signo de mal agüero, la capitana, coja y tuerta, que había librado mil batallas, le permitió posarse en su hombro. Se miraron a los ojos y por un tiempo olvidaron la tormenta.
La tormenta pasó, y el cuervo siguió buscando a su sirena y viviendo de lo que pescaba en el mar mientras la capitana seguía abordando barcos.
Pero las noches de tormenta volvían sus ojos hacia la luna y se buscaban en la lejanía.
A veces se encontraban y se susurraban los secretos del mar al oído, otras, bajo el halo de la luna, seguían su camino.
El cuervo olvidó a la sirena que desapareció en el mar y a la capitana se aburría del brillo de los doblones.
El cansado águila, de cuando en cuando, abandonaba, su roca y sobrevolaba el barco con la luna llena, con su sonrisa triste y cómplice, se alejaba hacia lo mas profundo del tormentoso mar.
Hasta que un día, agotada, cayó entre las olas.
Y nadie supo jamás, el final de la historia, del cuervo y la capitana coja y tuerta.