martes, 7 de abril de 2009

Disfraces

Ahora, colgando en esa silla,
el viejo disfraz
muestra las marcas de las mentiras,
los restos de una conciencia sobrecargada,
el cansancio de soportar todas las triquiñuelas
que mantienen la realidad girando alrededor,
el miedo del comediante a mirar a la verdad sin su careta.
Las manchas del maquillaje,
lágrimas y sangre,
derramadas en un frenesí de alharacas fingidas,
retornan ahora en la tranquilidad a su ser,
pasando inadvertidas
a aquellos que pasean la ojos sin ver.
Los zapatos, boca abajo,
lucen amargas sonrisas en sus suelas rotas,
agotados de pisar suelos de arena suelta
y piedras afiladas,
de bailar la danza vertiginosa
que oculta la apatía y la tristeza.
Ahora, no me lo pondría más.
Pero mañana hay función.
Así pues, señoras y caballeros:
pasen y vean.
Y por supuesto,
no olviden su disfraz.

1 comentario:

  1. La vida no es más que un circo, y la mayoría de los números se hacen sin red...

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