El estrépito del trueno en la silenciosa noche de verano, me recuerda que aún hay fuerzas vivas, que se resisten a la calma sin brisa y amenazan con una barahúnda de luz y agua.Que no se resignan a la quietud que acaba por ser inmutable por
autoimpuesta. Hijos bastardos del caos que eligen la guerra con su sangre, su dolor y sus heridas, frente a la muerte
plácida, encamada y enfermiza.Alzando la voz, gritando: Yo! a la masa que intenta devorarles
filicida como
Cronos.Aquellos cuya mirada busco entre las sombras y el humo, ávido de esperanza.
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